miércoles, 7 de noviembre de 2018

Steve Jobbs de Walter Isaacson

Por fin he conseguido acabarme la biografía de Steve Jobs. Publicada por Debate en octubre del 2011 se trata de un ensayo autorizado por el propio Jobs en el que se repasa de manera pormenorizada su vida y obra, sus luces y sombras. No soy mucho de leer biografías pero como cualquier lector de ensayo siempre esperas cierta magia, cierto artificio en lo que estás leyendo; las biografías me pierden por completo cuando empiezan a contarme detalles nimios de la vida personal del sujeto. Se apoyan en que son datos que vienen al caso para explicar la personalidad o lo que sea del biografiado, pero imagino que gran parte del público acaba leyéndolo un poco por eso. El conocido morbo.

A pesar del morbo explícito e implícito que cualquier biografía tiene, creo que en este caso el autor ha intentado poner los puntos sobre las íes de una de las personalidades -al menos en el mundo tecnológico- más importantes de las últimas décadas. Muestra con crudeza su conflictiva personalidad y a pesar de eso no llegas a concebir el dolor que pudo provocar con sus ataques irracionales de ira y sus famosos «esto es una mierda». En sí, todo lo que tocaba Jobs lo dejaba un poco jodido. No sé si era una buena persona, pero lo que es seguro es que no era una persona fácil, el hecho de que fuera sensible -en algunos momentos del relato se intenta subrepticiamente tapar sus devaneos irracionales con esta cualidad- no justifica ni con mucho sus histriónicas salidas de tono. 

Pero basta ya de personalidad, vamos con la parte fuerte del relato de Isaacson, la parte donde -basado en un montón de entrevistas con varios de los testigos de los hechos- se explica el camino, los aciertos y los errores que la gestión de Jobs tuvo a lo largo de su carrera. Me importa más bien poco su juventud de hippie en la India, pero -imagino que como a muchos otros- la cruda esperanza que le envuelve cuando encuentra su primer trabajo en Hewlett-Packard nos puede sonar a todos los que alguna vez hemos tenido un trabajo que nos gustaba. 

Su primera salida de Apple, la fundación de Pixar, la vuelta a Apple, la década de creación en bruto que dio a luz el ipod, itunes, ipad, imac, macbookpro, etc. Todo eso Jobs lo pudo hacer por la gente que le rodeaba, aquellos capaces de reconducir su deliberada pasión hacia donde más o menos querían. Si bien en ningún momento del relato se intuye lo contrario, me puedo imaginar que a pesar de que Jobs fuera el nexo de unión y en muchos casos el catalizador de grandes cambios e innovaciones, la gente que tenía alrededor era la que se manchaba las manos.

Acudí al libro en su día como si fuera a descubrir el genio que se ocultaba tras las gafas redondas y el jersey de cuello alto, pero la realidad ha sido aplastante. El libro te viene a decir que no se pueden igualar sus marcas ya que tanto la personalidad como su creatividad eran uno y debido a eso pudo llegar a conquistar las cimas que conquistó. Añadiría que gracias a eso también consiguió hundirse en los abismos que se hundió. Una cosa me ha quedado clara, tanto en Pixar como en Apple, Jobs siempre intentó rodearse de gente que, aunque le doliese reconocerlo -y exceptuando casos de flagrante evidencia no lo hizo-, eran más apta que él para desarrollar las tareas. Un director de orquesta que tenía bajo su batuta una cantidad de talento inconmensurable, que él guiaba hacia donde creía que se debía mover. 

Steve Jobs fue uno de los mayores innovadores y creadores de necesidades que ha conocido la historia tecnológica de la humanidad. Ha convertido productos de lujo en una especulativa necesidad cuya ausencia en la vida privada de cada uno se convierte en una mancha más grande que el no tener hijos a partir de los treinta y pico. Leedlo, pero id con la expectativa de que toda la explicación sobre su vida va en pos de justificar sus oscuros y potenciar sus claros. A partir de ahí, creo que podemos extraer una información más o menos veraz de todo el asunto. 

lunes, 15 de octubre de 2018

El deterioro de un barrio #perunbarridigne

Este post está desactualizado. A todo lo que digo faltaría añadir dos episodios bastante tristes de los últimos días, podéis ver las imágenes de las inundaciones aquí y aquí. ¿No se puede hacer nada para que esto no ocurra? ¿Seguro? #perunbarridigne

Desde hace cuatro años vivo y trabajo en Tarragona ciudad. De hecho al principio me costó mucho creer que, acostumbrado como estaba a tener que viajar hora y cuarto para trabajar, ahora apenas tardara cinco minutos desde la puerta de mi casa a la puerta de mi negocio. Recuerdo estar mirando unos cuantos pisos y unos cuantos locales por toda la ciudad y sorprenderme con que los precios más bajos estaban en la zona en la que vivo y trabajo, lo que se conoce como la part baixa o el barri del port

Recuerdo preguntarle al de la inmobiliaria directamente, a veces tengo esas cosas, que me dijera qué gato había encerrado. No me parecía normal que pisos amueblados o semiamueblados tuvieran un precio tan bajo -comparativamente hablando- a con otras zonas de la ciudad que me habían parecido más interesantes para vivir. Su respuesta fue algo asi como "la inmigración y esas cosas", me pareció curioso que me dijera algo así, siendo también él un extranjero afincado en la ciudad desde hace muchos años, como él mismo me confirmó en nuestras conversaciones. 

Puede parecer que no voy a ningún sitio, pero sí que voy, no se asusten.


El caso es que tras pensárnoslo mucho tomamos la decisión que creíamos más oportuna y nos vinimos a vivir a este barrio. Resulta inquietante que encontrara también un local en la misma zona, como he dicho, a apenas cinco minutos de distancia caminando desde mi casa. Además, estaba al lado de la estación de RENFE y apenas había que hacer obras, así que después de hablarlo un poco, también nos decidimos por ese local. 

Yo no soy de aquí, llevo viviendo aquí cuatro años, mi mujer sí que se había movido por la ciudad pero nunca había vivido aquí, ya que su familia vivía y vive en un pueblo cercano. Cuando llegamos no vimos mucho problema, se veía un barrio humilde y ya esta, los vecinos de nuestro bloque eran (y son) majos, educados y no tuvimos ni hemos tenido el menor problema con ellos. Sin embargo, tras hacer un par de comidas familiares descubrimos que este barrio tenía "mala fama". Huyo un poco de esas mierdas porque siempre me han parecido pretenciosas. En todos sitios pasan cosas pero... empezaron a intentar meterme el miedo en el cuerpo. Lo consiguieron un poco.

Tanto es así que los primeros meses, mi mujer aún estaba estudiando la carrera e iba un par de días a la semana a la universidad en Barcelona. Llegaba tarde, a las 22h. Según lo que me habían dicho estaba viviendo en una especie de Bronx chungo en el que a partir de que se ponía el sol, las aceras se llenaban de maleantes. El primer día recuerdo haber estado currando a saco arreglando el local para abrir nuestro negocio cuando dieron las 21:55h, recibí un mensaje escueto: Torredembarra. Era nuestra señal así que fui para la estación. Me lié un cigarro, me metí las llaves en el pantalón y dije: tonto el último. 

Mi tremenda sorpresa fue salir a la calle y no ver a nadie (debía ser noviembre, aunque el bendito y extraño clima de esta ciudad lo convertía en un septiembre algo frío), salvo dos o tres  personas que iban paseando a sus perros. Nada. 

Esto es porque es entre semana, vas a ver como se lía fijo.



Así que durante el primer mes, cada vez que ella venía del tren la iba a buscar, no me fiaba del entorno en el que vivía. Después del primer mes se hizo evidente que lo que me habían dicho era mentira y que no corríamos peligro. Desde entonces hasta hace unos meses, medio año o así, eso ha sido cierto. He renegado y defendido estas calles, diciéndole a la gente que me decía "ufff" cuando le comentaba que vivía aquí, que no era para tanto, que tenía sus cosas pero bah, nada fuera de lo normal.

En el negocio igual. Toquemos madera pero nunca han intentado entrarme a robar ni les han robado a mis clientes. Salvo algún borrachuzo de primera hora y cosas así muy puntuales, nunca he tenido la sensación de agobio, de creer que podía pasar algo en cualquier momento. 

No puedo decir lo mismo ahora. No conozco tanto las dinámicas de la ciudad como para saber de dónde vienen los problemas. Oigo a vecinos hablar sobre que los problemas que antes estaban en la part alta ahora han bajado aquí. Ellos saben mejor que yo qué está pasando, yo solo veo los resultados. Los resultados son que yo no veo este barrio sin posibilidades, pero tampoco sé si me apetece estar mucho más tiempo aquí. Llámale miedo si quieres pero no tengo ganas de vivir en tensión. 

Veo noticias constantemente en el blog de la asociación de vecinos del barrio (que está haciendo un trabajo excelente recopilando información y haciendo ruido) que me impulsan a tomar la decisión de salir por patas. Solo cuatro años de mi vida me atan a este barrio pero me da bastante pena ver la rápida y escandalosa ruina en la que la inacción de políticos y autoridades lo están convirtiendo. Los políticos de esta ciudad tienen la cabeza demasiado metida en su propio culo, tanto que no pueden ver ni la mierda que les inunda constantemente. Hay muchos problemas, pero no es la suciedad o las ocasionales peleas lo que hace que la gente estemos hasta las narices. La inseguridad con la que puedes llegar a pasear por depende de qué calles no es ni normal. No estamos en una ciudad grande, no es un barrio difícil, viven muchas familias y gente tanto mayor como joven. No entiendo a qué están esperando los políticos.

Podéis ver el artículo de denuncia aquí
Mientras que cada mañana cuando salgo de casa veo al cochecito de las multas pasar, cuesta más ver una patrulla al azar de policía o mossos que un cristal de un coche roto. Vuelvo a decir, no creo que estemos en una situación de vida o muerte, pero es cierto que la cosa ha degenerado bastante en estos cuatro años, no hay forma fácil de decirlo pero esto no se va a solucionar solo ni de coña. Y tampoco lo va a solucionar la policía o el ayuntamiento de una ciudad que prefiere hipotecarse infinito para realizar unos juegos del mediterráneo patéticos (solo acabaron medio funcionando gracias al desinteresado esfuerzo de los voluntarios y voluntarias), antes que invertir ese dinero en mejorar y arreglar los problemas que tienen sus calles.

Aunque estamos en año de elecciones, así que quizás sea el momento de ponerse las pilas y gritar bien fuerte. 

Desde el día en el que pisé este barrio he tenido claro que no iba a ser más que un pasajero momentáneo de él; no es un sitio en el que me vea, dentro de unos años, fundando una familia. Aún así le tengo cariño, he conseguido levantar mi negocio en él y he vivido cuatro años muy importantes de mi vida aquí (y los que me queden). Si para mí resulta triste ver cosas como la playa cerrada por una infestación de ratas, o las más de cien denuncias de roturas de lunas de los coches en lo que llevamos de año (uno de los culpables, me niego a creer que es solo un tipo, ha sido detenido en muchas ocasiones), no me quiero ni imaginar ver a los vecinos de toda la vida, que deben estar hasta las narices no, lo siguiente.


El ambiente del barrio se está caldeando, las injusticias están empezando a hacer mella y cuando algo se remueve... que espabilen nuestros supuestos líderes, que espabilen, o van a perder más que unas próximas elecciones. El problema de este barrio se les puede enquistar -por muy fuerte que chillemos todos juntos-, ya que puede llegar el caso en el que, como ya ha pasado, la gente de bien que puede sumar enteros al tejido social del barrio, salga corriendo a buscar sitios más tranquilos y saludables. 

En todos sitios cuecen habas, dicen, pero aquí hay muchas y muy gordas.

Mientras tanto la ciudad calla. Silencio. No vaya a ser que la historia se repita y en vez de atacar el problema en origen, el ecosistema urbano absorba los deshechos en otra parte, como supuestamente ha pasado ahora. 

jueves, 27 de septiembre de 2018

12 meses de lectura

Parece que fue ayer pero recuerdo el día 1 de enero de este mismo año. Tampoco es que haya ocurrido hace veinte años, así que es normal que lo recuerde. Son momentos del año en el que, como septiembre, todos nos intentamos preparar un montón de cosas, justificar nuestra procastinación con la promesa vacua de un año lleno de metas cumplidas y glorias personales satisfechas. Aún no ha acabado pero es el primer año que me puedo dar por satisfecho en casi todos los ámbitos. Parece que después de tantos años -básicamente mis treinta y tres- he conseguido pillarme el truco. 

¡Ya era hora! 

Cada uno tiene sus propios ritmos, normalmente van de la promesa a la frustración, tienen que recorrer unas cuantas veces ese camino para al final cumplirse. Algunos cumplen sus promesas a la primera (o eso dicen), pero cuando te las tienes que hacer a ti mismo, eres fácil en perdonar una falta. Así, llevaba desde que acabé la universidad, leyendo a medias un montón de ensayos que me había ido comprando y me apetecía leer. 

Llevaba tiempo dándole vueltas, pero el día 1 de enero fue el punto decisivo en todo esto -también en mis hábitos de escritura y vida, que tardaría un tiempo en solidificar pero bueno-, así que decidí que aunque fuera poco a poco, acabaría con unas cuantas de mis ballenas blancas durante todo el año. Así, mi mujer se sorprendió cuando me vio salir del cuarto con ocho libracos a cuestas y mi cara sonriente. 

-¿Qué haces? -me preguntó.
-Es una movida que he pensado.
-Bueno -dijo con una sonrisa asomando a la comisura de sus labios-. Ya me dirás qué es. 


Así que pillé unos cuantos libros, muchos de ellos los había comenzado y casi acabado en más de una ocasión. Como nunca me había dejado libros por terminar, tengo la sana costumbre de dejar los puntos de libro donde me he quedado y de que si voy a abandonar su lectura, al menos la abandonaré en el principio de un capítulo. No ha pasado en todos los casos, pero casi. Las Termópilas y El Mito del Eterno Retorno no los tenía empezados, pero llevan más tiempo en mi estantería que muchos de los libros que he leído varias veces, así que fueron mis primeros escogidos. Luego seguí con Druids, Oráculos Griegos, Merlín y su historia, El Guión y La Deuda. A priori no debería suponer un problema, si no estuviera siempre leyendo novelas, juegos de rol, manuales de juegos de miniaturas y una infinidad más de cosas que me gustan y acabo pillando. 

El ensayo, por su propia idiosincrasia se vuelve algo más pesado y lento así que decidí contar las páginas que tenía todo aquello. 1539 páginas. No son tantas, a mitad de agosto empecé a leerme Juramentada y son 1400, Pero eh, llevaba muchos años arrastrando estos libros y quería acabarlos como fuera; así que dividí esas páginas entre 365 días y daban cuatro y pico, recuerdo pensar, bah, cinco páginas al día es totalmente asumible. 


Y en esas estamos. He conseguido acabarme cuatro de los seis que me había propuesto y encaro la recta final del año con solo dos lecturas y un superhábit de poder leerme solo tres páginas al día. No lo haré, ya que si consigo acabar antes pues eso que me quito en el turbulento periodo laboral que es navidad. Este año que viene creo que lo volveré a hacer. Es un pequeño placer y una meta totalmente conseguible así que seguramente os seguiré comiendo la cabeza con esta propuesta.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

La tercera fundación



No os voy a aburrir con un largo soliloquio de hacia dónde voy o de dónde vengo. Esto comenzó como un blog literario en el que yo hablara de mis cosas y ahora se ha transformado por tercera vez, ¿en qué? Pues básicamente en un blog personal...

... ya sé que ahora se estila más dar la murga por twitter y crear hilos infumables sobre las injusticias del día a día en 240 carácteres. Yo debo ser un hombre viejo  ya, porque eso me sabe a poco. Quiero sujetar en este marco todas las cosas que no caben en mi blog viejoven, Nexo de Caminos, en el que ya hablo de mis aficiones y vicios. 

Os hablaré de mis lecturas, posiblemente de mis proyectos y también de mis devaneos con una sociedad que cada vez nos vuelve más locos a todos. 

No prometo una continuidad exagerada, pero prometo prestarle atención, no abandonarlo en la nube como otro pecio social más, no soy un político. Este 2018 me ha servido para encontrar una tenacidad interior que desconocía que tenía, pero que había ido aplicando de forma más o menos fuerte durante toda mi vida. 



Así que preparaos porque vienen curvas y van a ser de las que marean. 
Paz